jueves, 23 de abril de 2009

HERÁCLITO

Heráclito

Heràclito no estaba conforme con todas las opiniones de los demás.
El decía que la realidad de las cosas es su continua transformación, por lo tanto, el principio primordial y único de las cosas es el devenir, el cambio
Observando que toda la naturaleza y su propio ser cambian, concluye que de nada se puede afirmar que es, por que todo se reduce a cambio o devenir.
Cuando intentamos atribuir a algo, el predicado ya es otro, es decir no es. Todo se reduce a un continuo fluir o movimiento, cuyo elemento primordial tiene por símbolo el fuego. El ser permanente no existe.


En conclusión

Heraclito estudio el paso de lo que las cosas son a lo que no las son y viceversa igual movimiento.
El logos unifica y da proporción a las cosas (medida, cálculo). Fuera del todo esta en constante movimiento, cambio, todo es devenir, es la lucha de contrarios, todo vive por destrucción, la guerra es madre de todas las cosas, todo cambia dentro de una armonía presidida por el logos.
Algunos de sus fragmentos presentan, la apariencia de aforismos completos, lo cual apoya la idea de que su estilo de pensamiento fue oracular.
Ello ha dado pie, incluso, a formular la hipótesis de que Heráclito no escribió, en realidad, ningún texto, sino que sus enseñanzas fueron exclusivamente orales, y que fueron sus discípulos los encargados de reunir lo esencial de ellas en forma de sentencias.

Sea como fuere, la oscuridad de Heráclito ha quedado caricaturizada en la leyenda acerca de su muerte: enfermo de hidropesía, preguntaba enigmáticamente a los médicos si podrían de la lluvia hacer sequía; como ellos no lo entendiesen, se enterró en estiércol en la suposición de que el calor de éste absorbería las humedades, con el resultado de que aceleró el fatal desenlace. De creer a Diógenes Laercio, la causa de la afección habría sido su retiro en el monte, donde se alimentaba de hierbas, movido por su misantropía.

El desprecio de Heráclito por el común de los mortales concordaría con sus orígenes, pues parece cierto que procedía de una antigua familia aristocrática, así como que sus ideas políticas fueron contrarias a la democracia de corte ateniense y formó, quizá, parte del reducido grupo, integrado por nobles principalmente, que simpatizaba con el rey persa Darío, a cuyos dominios pertenecía Éfeso por entonces, contra la voluntad de la mayoría de sus ciudadanos. A estos últimos, en cualquier caso, no debió de apreciarlos en demasía, y Heráclito los colmó de improperios cuando expulsaron de la ciudad a su amigo Hermodoro.